lunes, 20 de septiembre de 2010

Todo el mundo quiere a Sara. Entrega IX


... no fue el primer ni el segundo día, cuando Marina se dio cuenta de que aquella niña tenía un encanto especial.
Al final del primer trimestre se había hecho con la simpatía de todos sus compañeros y de la mayoría de sus compañeras y era una improvisada maestra en prácticas, sin oficio ni beneficio.
Para Sara todo era un juego. Ella acompañaba a quien lo necesitaba, consolaba al más llorón e incluso se quedaba sin recreo por alguna excusa pedagógica (mientras Marina acudía a la reunión concertada con una representante de la Thermomix en la sala de profesores).
Nada de lo que hacía le molestaba, por nada replicaba y mucho menos pensó en algún momento que en cada uno de esos gestos (o abusos de confianza), iba perdiendo ratitos de infancia y momentos de cordura...

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