Tengo miedo de confundir una palabra con un desprecio, una mirada con una rosa, un adiós con un hasta luego o una caricia con un te quiero.
Tengo miedo de no volver a lo de siempre, del embrujo de lo exótico y de la inercia establecida.
Tengo miedo de pensar, tengo miedo de escribir, tengo miedo de hablar de todo lo que escribo aquí.
Tengo miedo de llegar a un callejón con salidas que me obliguen a elegir y a pronunciar despedidas.
Tengo miedo nada más que a mi propia vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario