No dejes de vivir ni un día más porque la mañana esté triste, porque no haya leche en la nevera o porque alguien te intente torpedear.
No le des ese placer a la desidia, no ensalces la desgana y por supuesto no te pongas a llorar.
Saca tu mejor sonrisa y mira a la cara a quien no te quiera ver crecer. Trabaja aunque no tengas trabajo y ríe sin querer.
No dejes de vivir ningún día, porque ese día perdido ni la leche, ni la mañana, ni nadie te lo va a devolver.
Pd. Lo más seguro es que la mañana, la leche o esa persona no lo quisieran hacer.
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